Todos los febreros en Amaicha del Valle: aroma a Chamico, Romero, Locanto y Llantén.
Hace un tiempo, en la nota Caminar la tierra, te conté que a mi papá le gustaba viajar al Norte de Argentina. En uno de esos viajes, visitamos la bella provincia de Tucumán (a la cual siempre quise volver). Recuerdo que las abundantes lluvias de verano no nos permitieron llegar al Cristo Bendicente del Cerro San Javier, una obra del escultor tucumano Juan Carlos Iramain (1900-1973), inaugurada en 1942 y en cuyos pies descansan los restos del artista. Se encuentra dentro del reconocido «Cirtuito turístico de Las Yungas». Aquí debajo podrás apreciar una fotografía actual, en donde el emplazamiento dejó de ser «yunga» (selva de montaña) para convertirse en uno más de los insulsos terrenos parquizados (casi golfísticos) a los que en su gran mayoría los gobiernos nos tienen acostumbrados.
Por las dimensiones del Cristo, podría detenerme a reflexionar acerca de la imposición de una fe sobre otra, pero prefiero enfocarme en el maravilloso protagonista de esta nota: el «pueblo de los sabios», protectores del verdor medicinal de estos Valles Calchaquíes.
El encargado de transmitir su sabiduría al resto de la comunidad es el «Concejo de ancianos». Sus miembros enseñan cómo extraer los recursos de las plantas y emplear sus propiedades esenciales para tratar los malestares del cuerpo y el espíritu. Manifiestan que la medicina tradicional de las plantas forma parte de la diversidad cultural de los pueblos y de donde emana la medicina moderna, que no es otra que la basada en los principios activos de las plantas.
Todos los febreros, en el primer día de carnaval, la comunidad de Amaicha del Valle elige quién representará a la Pachamama, una mujer que durante todo el año será la guía espiritual del pueblo. En este video, Celia Segura de Andrade es la elegida para transmitir oralmente las costumbres de sus antepasados. Nos cuenta acerca de los beneficios de los cataplasmas con hojas de Chamico; o la infusión de Llantén, Manzanilla y Nogal. Un yuyito para la tristeza, otro para los huesos, y otro para la memoria… el té de Romero, bueno para la circulación, y para no olvidar.
Celia camina lento. Dice que suele prepararse un tecito de Llantén, Manzanilla y Nogal porque la ayuda a reducir el azúcar en sangre. La infusión se obtiene vertiendo agua caliente sobre las hierbas frescas o secas. Una vez agregada el agua tapamos el recipiente para que no se evaporen los principios activos, esperamos unos minutos, colamos y bebemos sin endulzar.
El cataplasma (paños calientes) con hojas frescas de Chamico es milagroso para aliviar el dolor de las articulaciones, afirma. Para hacerlo en casa, primero machacamos las hojas de Chamico en un mortero, luego las apoyamos sobre la parte afectada y por encima las sostenemos con una gasa sumergida previamente en agua caliente; cuando la gasa se enfría, la embebemos nuevamente en agua caliente, escurrimos apenas y volvemos a aplicar.
Y aquí estoy, deseando secreta e internamente que la energía poderosa de las plantas modifique el rumbo incierto al cual, en ocasiones, la vida me somete. Con esa energía sanadora que no se puede explicar a través de la ciencia porque innumerables procesos acontecen en el medio, y aún no descifré del todo (y nunca podré hacerlo), un poco por mi incapacidad para acceder a ese conocimiento, y otro poco porque prefiero que se mantenga sin revelárseme.
Las viejas curanderas nos llevan años de ventaja, y es la razón por la cual los organismos de salud oficiales finalmente avalan sus conocimientos: porque el “yo salvaje” se impone y anida dentro de ellas; pueden dialogar con el alma de las plantas y los animales, que no es otra cosa que observar con detenimiento a la naturaleza para descubrir y aprender de sus desafíos cotidianos.
Aquello que interviene en el proceso de sanación de una planta sobre un ser vivo es mucho más que principios activos. Se celebran acontecimientos entre y dentro de los cuerpos que la ciencia no puede explicar, pero que suceden con la misma efectividad. Misterio, voluntad o fe, el estado de ánimo de los seres que intervienen en ese encuentro natural tiene mucho para decirnos…
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