El contacto con los frutos de la tierra, un mensajero especial.
Mientras exprimía naranjas, pensaba: tengo mucho que aprender de una semilla. Cada una de ellas ha sabido desarrollar las más variadas estrategias para sobrevivir o dispersarse. Algunas tienen cámaras de aire en su interior, que les permite trasladarse largas distancias por cursos de agua sin hundirse. Otras, ganan o pierden volumen en estricta relación con su entorno. Por ejemplo en la selva, las semillas son grandes, con suficiente reserva para asegurar a la plántula su establecimiento exitoso en un ambiente sombreado. ¿Qué podría impedir, entonces, que yo también encontrara tales soluciones a unas cuantas adversidades?
Dehiscencia del fruto
«Proceso de apertura espontánea del fruto para dejar salir las semillas.
La dehiscencia puede producirse a través de orificios circulares o poros, o por medio de rajaduras
longitudinales o transversales». (*Facultad de Ciencias Agrarias, UNNE).
Las semillas son importantes en la alimentación, en la fabricación de bebidas, en la obtención de fibras y aceites industriales. La forma es muy variada, igual que la coloración. Poseen diversos pigmentos. Los colores marrón y negro son los más comunes; el rojo, el blanco y el amarillo son menos frecuentes, y sirven como medio de atracción para los animales. La superficie puede ser lisa o rugosa. El tamaño varía mucho, desde las de Orchidaceae apenas visibles a simple vista y con un peso de unas pocas milésimas de gramo, hasta la semilla gigante de la palmera Nuez de Seychelles (Lodoicea seychellearum), contenida en enormes frutos de hasta 20 kilogramos.
Podría continuar escribiendo sobre las características morfológicas de las semillas, pero me detengo en su comportamiento, porque como ocurre en todo el mundo natural, también hay una conducta particular en las plantas.
Al igual que los seres humanos, las semillas también vuelan y se emancipan. Por ejemplo, muchas semillas de plantas autóctonas de la estepa patagónica argentina son pompones de algodón. Es una región seca y de fuertes vientos y ellas saben cómo utilizarlo a su favor. Mira de qué manera…
Principales formas de dispersión de las semillas
Autocoria: es el fenómeno que presentan los frutos con dehiscencia explosiva. Algunos contienen tanta presión que expulsan sus semillas hasta una distancia de 15 metros, como los Brincos (Impatiens balsamina), por ejemplo. Ufff, ¡también recuerdo la fuerza con que expulsaban sus semillas las Retamas (Retama sphaerocarpa) en Bariloche! Por eso, a esta especie en Argentina se la considera muy invasora.
Hidrocoria: es la diseminación por medio del agua, frecuente en plantas acuáticas, de pantanos, de selvas marginales. Los frutos o semillas que muestran este tipo de diseminación son capaces de flotar transitoriamente. Los frutos del Coco (Cocos nucifera) pueden flotar en el mar por largos períodos y germinan cuando llegan a la playa. En el río Paraná, los pescadores reconocen la presencia del Pacú (Myleus pacu) en las orillas donde crecen el Aguaí o Aguay (Chysophyllum gonocarpum) o el Ingá (Inga uraguensis), ya que es un pez omnívoro que suele comer el fruto de estas especies apenas cae en el agua. Lo asombroso es que estas plantas lo saben muy bien, por eso nacen allí donde habita el Pacú y se aseguran una efectiva dispersión. ¡Qué maravillosa es la naturaleza!
Anemocoria: desarrollo de frutos con alas como las sámaras, o semillas aladas como las de Jacarandá (Jacaranda mimosifolia) o las de Lapacho (Tabebuia heptaphylla).
Zoocoria: es la diseminación por medio de animales. Podemos distinguir dos formas: 1) endozoocoria, cuando los frutos o semillas son ingeridos y liberados en los residuos metabólicos. En este caso, es necesario que parte del tegumento pueda atravesar intacto el tracto digestivo del animal: lo que sucede con las bayas, las semillas jugosas, etc. Así se dispersan las semillas de palmeras nativas como Yataí o Yatay (Butia yatay) o Pindó (Arecastrum romanzoffianum). Los frutos verdes tienen mal gusto, una astucia de las plantas que protege las semillas inmaduras; los frutos maduros frecuentemente son anaranjados o rojos, discretos para los insectos pero llamativos para los vertebrados que los comen y dispersan; 2) epizoocoria, cuando se adhieren a la superficie del animal. Como adaptaciones se pueden citar los mecanismos de fijación como ganchitos o pelos de las semillas, frutos o infrutescencias. ¿Alguna vez has paseado por el campo y han quedado adheridos a tu pantalón unos cuantos «abrojos»? Pues esa misma estrategia de dispersión es utilizada por las plantas sobre el cuerpo de ciertos animales.
Las semillas de hemiepífitas, epífitas y trepadoras herbáceas son dispersadas principalmente por aves, que en algunos casos las comen y en otros casos las llevan impregnadas en sus picos. Debemos destacar que las aves dispersoras de semillas son las denominadas «frugívoras»; ya que las aves comúnmente llamadas «semilleras» -como por el ejemplo el Cardenal Copete rojo (Paroaria coronata)-, al comerlas las destruyen, algo que imposibilita su posterior dispersión y germinación.
Mirmecocoria: es la diseminación por medio de hormigas, que beneficia tanto a las plantas como a las hormigas. Los insectos transportan a sus nidos semillas ásperas y pequeñas, generalmente provistas de eleosomas que son consumidos por las larvas o por las obreras, dejando las semillas intactas para germinar, protegidas de otros predadores.
Otros: en el Pino labrador (Pinus banksiana) las semillas quedan encerradas en las piñas que solamente se abren si son sometidas a altas temperaturas. En los incendios forestales sólo se chamuscan, y luego se abren dejando caer las semillas que restablecen la especie en el lugar. Sobre este tema, puedes leer aquí un artículo muy interesante del repositorio de la Universidad Nacional de la Plata: Efecto del fuego en el Banco de Semillas de Especies Leñosas Nativas del Chaco Occidental de Argentina.
«Pienso en alguna palabra que pueda ahuyentar la soledad de los árboles. Y si una palabra no fuera suficiente, intento con una oración, un papelito, una moneda, un perro olfateando el cantero.
La Vinagrilla es la esperanza del Macá tobiano. El Aromito es la esperanza del Cardenal amarillo. Los seres humanos somos la esperanza del Macá tobiano y del Cardenal amarillo. Pero estamos solos y a oscuras, sin un color amarillo a quien parecernos, sin una Vinagrilla donde posarnos.
La soledad de los árboles también es la mía, pero mía también es la esperanza de las flores, del nido, de la oruga, de las fotografías de los transeúntes, del perro olfateando el cantero».
De la nota Vamos hacia los árboles.
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